lOS OTROS LÍMITES

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Personas con discapacidad o personas con diversidad funcional . Reconocer la diferencia como un valor positivo.

El concepto de diversidad funcional ha sido propuesto por el Foro de Vida Independiente y Divertidad para sustituir otros cuya semántica se considera peyorativa, como “discapacidad”, “minusvalía”, “invalidez”, etc. La motivación de los promotores de este término no es estética o por corrección lingüística, sino que tiene como objetivo igualar en derechos a las personas con diversidad funcional, conscientes de que el lenguaje utilizado cotidianamente, de forma aparentemente inocente, perpetúa la ideología y los valores dominantes en la sociedad, en este caso claramente negativos.

Hoy nos gustaría compartir desde este blog una reflexión de nuestro compañero Carlos Mesanza sobre los “otros límites” aquellos que están implícitos los que no nos dejan ser “capaces” de abrir la mente y la mirada. De la discapacidad a la diversidad funcional:  un camino hacia la inclusión. 

Entramos en una clase, da igual el curso, y creemos –a menudo– saber qué es la discapacidad. Incluso pensamos que la reconocemos con gran facilidad: vemos a aquel alumno con gafas oscuras y un bastón blanco, o sólo el bastón blanco… y reconocemos su “ceguera”.

Entre las filas y sillas, un chico en la silla de ruedas, creemos que está limitado para andar y desplazarse.

O por ahí delante, cerca de la pizarra, –prácticamente junto a nosotros– encontramos a una niña con un curioso dispositivo pegado a su cráneo, tras el oído, pensamos que es una persona con graves dificultades auditivas, o –directamente– “sorda”.

¡Qué triste! La limitación la ponemos nosotros: ni el “ciego” está tan ciego (por cierto, deficiente visual, y esto ya dice mucho), o es tan invidente: la realidad entra a través de nuestros sentidos de muchas maneras y cauces diferentes, no sólo la visión; ni el deficiente auditivo no se entera de nada.

Además, si el chico se desplaza empleando un medio externo (la silla, muletas, andador…), simplemente por el hecho de ya desplazarse, nos indica que no está tan limitado, a menos que nosotros le pongamos barreras.

Y –por fin– que aquella niña use una prótesis del tipo del implante coclear no le resta la posibilidad de poder percibir sonidos, darles un valor, que al final es la audición; incluso percibir a través del tacto; o poder comunicarse con su lenguaje verbal y corporal, como cualquiera de nosotros; lo mismo que hacemos cuando, por ejemplo, salimos al extranjero…

Hay limitaciones silenciosas que nos rodean en el día a día, y en las que nuestros pensamientos más profundos y egoístas ponen barreras infranqueables.

Entonces las barreras somos nosotros cuando limitamos, sin preguntar, sólo con nuestras erróneas presunciones acerca de las “escasas” posibilidades de los otros, creando un túnel de puertas cerradas.

Si en la sala de profesores encontramos a un profesor ahora sonriente y feliz, tomando un zumo; y, de repente, puede estallar, con movimientos sumamente agitados… ¿¡qué vemos!? A un loco. Alguien debería llevárselo, muchos lo pensarán.

Pocos, muy pocos –tal vez nadie– pensará en un ataque súbito de cefalea en racimos, un dolor tremendo. Pero la apariencia externa de quien la sufre… poco indica de su padecimiento. Seguiremos viendo al loco.

En clase, Pedrito ha de tocar la flauta,  alguna vez suele comenzar bien, la primera nota…, esa nota discordante en la que ha de colocar el pulgar y el índice… ¡es tan fácil! ¡todos lo consiguen!… menos Pedrito, un posible Transtorno del Aprendizaje No Verbal, que aún no ha sido detectado… no puede por mucho que lo intente. ¡Es que no practica!, es lo que mantendremos tristemente.

¿Qué pensar de Alfonsito?. ¡Mira que le está costando leer! Y es que Alfonsito comete pequeñas confusiones: a veces alguna inversión, a veces es que no sigue el ritmo, y no siempre se termina de enterar de lo que pone; ¿y la atención? ¡Mira que es canso!, en casa, en el cole, con los amigos, siempre está con lo mismo “¿qué has dicho?”. Fíjate, que hasta lo han llevado al Otorrino, ¡y oye bien! Es que está siempre en las nubes. Es verdad, oye bien, pero ¿escucha bien? Porque hay transtornos auditivos que están relacionados con el procesamiento auditivo, no con la cantidad de sonido que oyen.

Mientras, Alfonsito seguirá sufriendo cada vez que tiene que leer ante los demás…

En estos, y otros miles de momentos de cada día, NOSOTROS ESTAMOS LIMITANDO a quienes nos rodean. Incluso cuando alguien dice Si yo explico igual para todos, casi todos me siguen y tres o cuatro no… es que esos…: les limitamos porque no permitimos que conozcan su diferencia y puedan darle un sentido positivo.

Por ende, lo que HACEMOS SENTIR A LOS OTROS cuando actuamos así, es QUE SON CULPABLES de ser diferentes.

Estaría bien que, además de ponernos en sus zapatos, hagamos un esfuerzo por pensar que –simplemente– sus zapatos son diferentes a los nuestros, y es nuestra obligación, y su derecho, reconocer la diferencia como un valor positivo

Cambia la forma de ver las cosas, y las cosas cambiaran de forma.

Y tú, ¿Cómo lo ves?


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